jueves, 4 de diciembre de 2008

Iglesia de Santa María de la Villa. Beas de Segura

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Monasterio de San José del Salvador. Beas de Segura

El Monasterio de San José del Salvador, ubicado en el centro histórico, es la joya arquitectónica más preciada de la localidad. Forma parte de un interesante conjunto arquitectónico heterogéneo, de diferentes épocas que muestra el auge que la Villa de Beas alcanzó en el Siglo de Oro español.
Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés, algunos fieles que investigaban la vida de los profetas Elías y Eliseo en el Monte Carmelo, actual Israel, fueron convertidos al catolicismo tras la aparición de una nube en la que iba una imagen de María. En ese monte, fundaron un templo en honor a la Virgen y la congregación de los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, que pasó a Europa en el siglo XIII luego de su persecución en Tierra Santa. El 16 de julio de 1251, la imagen de la Virgen del Carmen se habría aparecido a San Simón Stock, superior general de la Orden, al que le entregó sus hábitos y el escapulario, principal signo del culto mariano carmelita. Según es tradición la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlos al cielo, creencia que ha sido respaldada por los Pontífices. La iconografía principal de la Virgen la muestra portando dicho escapulario. Desde el año 1400 algunas piadosas mujeres, en busca de una más profunda espiritualidad, quisieron adaptar a su condición femenina el espíritu del Carmelo y la Regla. Así nacieron las monjas carmelitas (fecha oficial de la fundación el año 1452, en Florencia) conocidas como comunidades orantes, todas dedicadas a la meditación, a la oración, al trabajo y a la penitencia. A partir del año 1562, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, introdujeron profundas reformas en el seno de la Orden Carmelita, fundando los primeros monasterios de Carmelitas Descalzos, dando así origen a una nueva orden que se separa de la matriz. Teresa de Jesús descontenta con la relajación de las normas que en 1432 habían sido mitigadas por Eugenio IV, decidió reformar la orden para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba era el auténtico espíritu carmelitano. Pidió consejo a Francisco de Borja y a Pedro de Alcántara que aprobaron su espíritu y su doctrina. Desde la clausura, las religiosas adictas a la reforma de Teresa, dormían sobre un jergón de paja; llevaban sandalias de cuero o madera; consagraban ocho meses del año a los rigores del ayuno y se abstenían por competo de comer carne. De esta forma la Santa comenzó a fundar monasterios: Avila (1562), Medina del Campo (1567),Malagón (1568), Toledo y Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), hasta que en 1575 recibe noticias de unas vecinas de una lejana villa llamada Veas. La santa relata este hecho: “En el tiempo que tengo dicho, que me mandaron ir a Salamanca desde la Encarnación, estando alli, vino un mensajero de la villa de Veas con cartas para mí de una Señora, pidiéndome fuese a fundar un monasterio: porque ya tenía casa para él, que no faltaba sino irle a fundar”. Las vecinas que pedían la fundación eran Doña Catalina Godínez y Doña María de Sandoval, hijas ambas de Sancho Rodríguez de Sandoval, caballero de noble linaje de la villa de Beas, cuyo palacio todavía se conserva. Por la situación de frontera que el pueblo tenía, hubo muchos impedimentos en esta fundación, ya que aunque la villa de Veas pertenecía a Andalucía, eclesiásticamente era partido del Reino de Toledo. Dado la relación que su padre había tenido con la Corte, la misma Catalina Godínez se desplazó para pedir personalmente al rey Felipe II se permitiese fundar el monasterio de carmelitas descalzas en Beas y cuando el rey tuvo conocimiento de ello se autorizó automáticamente la fundación y nadie se pudo negar. Una vez se consiguió la autorización, Teresa de Jesús, acompañada de otras nueve monjas se puso en camino del lejano pueblo para fundar el que sería el décimo convento de Carmelitas Descalzas, primera fundación en territorio de la Orden de Santiago y en Andalucía. Al llegar a la villa de Veas y ver como la gente las recibió, no pudo más que escribir: "Dijéronme grandes bienes de la tierra, y con razón, que es deleytosa y de buen temple". La misma Santa relataba su entrada en la villa de Veas: "...vinieron las monjas al principio de Cuaresma año de 1575. Recibiólas el pueblo con gran solemnidad, y alegría, y procesión. En lo general fue grande el contento; hasta los niños mostraban ser obra de que se servía nuestro Señor. Fundóse el Monasterio llamado San Joseph del Salvador, esta misma Cuaresma, día de San Matías (24 de febrero)". El mismo día tomaron los hábitos las dos hermanas de Beas con gran contento, y desde entonces constituyeron la familia carmelitana de Beas de Segura. Una vez fundado el convento la madre Teresa pudo abandonar Beas en el mes de mayo, dejando como priora a Ana de Jesús.

Poco después llegaría a la villa San Juan de la Cruz que se había trasladado como prior al convento de frailes descalzos del Calvario de Beas, tras huir de la celda conventual de Toledo, en la que los calzados lo tenían prisionero, muerto de hambre y de torturas. Durante el tiempo que el fraile permaneció en el Calvario, fue asesor espiritual y confesor de las monjas de Beas, visitándolas semanalmente. En el recorrido desde su apartado convento a la villa de Beas nos encontramos con la Cruz de los Trabajos, desde donde se divisa todo el pueblo; cruz que marca el lugar en el que San Juan realizaba su última parada para descansar y meditar antes de llegar al Convento de Carmelitas. Cuenta el fraile que le gustaba mucho ir al convento de Beas donde las monjas le cantaban unas estrofillas que parecian ser cantadas por ángeles. Se cuenta que en una de esas ocasiones el santo entró en éxtasis y empezó a levitar en su sillón (que se guarda en Beas como una reliquia) quedando las monjas admiradas de lo que allí estaba sucediendo. Durante su estancia en Beas y en el convento del Calvario, San Juan de la Cruz culmina su vocacion como escritor, dejándonos sus pensamientos y avisos espirituales. Redacta Las Cautelas, tratadillo destinado a las descalzas de esta villa. Compone el modelo del Monte de Perfección, siendo su primer trabajo pedagógico. Escribe, algunas sentencias y avisos espirituales, siendo algunos incluidos en los Dichos de Luz y Amor; Los Cien Avisos de Beas. También inicia a escribir, la Subida Noche y compone algunas estrofas del Cántico Espiritual.
La Guerra de la Independencia hizo que el monasterio fuese abandonado y expoliado. Sin embargo no corrió la mala suerte que corrieron otros edificios singulares, ya que el pueblo fue incendiado hasta siete veces consecutivas, provocando un desastre patrimonial importantísimo, ardiendo los archivos Real y Eclesiástico y asolando los edificios más representativos: Las Casas Consistoriales, de la Encomienda, la Iglesia Mayor de Santa María de Gracia (s. XIV), el convento de frailes Franciscanos menores de la Observancia (s. XIII),el convento de la Limpia Concepción, perteneciente a la orden franciscana de Santa Clara (s. XV), el hospicio de Carmelitas Descalzos, el antiguo hospital fundado por Juan de Villandra, las ermitas de San Juan, San Agustín, San Sebastián, Santa Clara y Rufina, etc. Entre 1836 y 1900 estuvo abandonado y como consecuencia de la guerra sufrió algunos desperfectos, siendo restaurado en 1947. Al desaparecer la Iglesia Mayor de Santa María de Gracia, y como el convento estaba suprimido, la iglesia de éste sirvió de iglesia parroquial (durante el siglo XIX), mientras se reconstruía la actual.

Las partes más antiguas del monasterio las forman unas dependencia situadas junto a la actual iglesia parroquial, que parecen estar construidas entre el S.XV y XVI y que quizá puedan corresponder con la antigua sede de la Vicaría. También la propia Iglesia del monasterio, construida en su totalidad en fábrica de buena cantería. Su portada barroca del XVII responde al tipo de fachada denominada carmelitana, que se impone en España a lo largo de todo este siglo: portada con el clásico arco de medio punto sobre impostas, con ménsula en la clave y rosetas; flanqueada por columnas dóricas y pilastras. Sobre el friso con metopas y triglifos hay un frontón semicircular partido y tres escudos, los de Teresa de Cepeda y Ahumada y los de la Orden Carmelita, que enmarcan la zona central, compuesta por pilastras que sujetan otro pequeño frontón semicircular, que acogen a su vez una hornacina con San José, titular del Monasterio. Un gran frontón triangular con óculo en el tímpano y pináculos remata la fachada. En su interior, el templo presenta planta de cruz latina, una auténtica novedad dentro de la Orden, más propensa siempre, por imperativos de modestia, a la planta de «cajón», tal como sucede en otras iglesias como la de las Carmelitas de Jaén. Su única nave con crucero remarcado por cortos brazos, se cubre con bóveda de cañón con lunetos y, en los brazos del crucero, con media naranja, todas con decoraciones doradas. Coro elevado a los pies, sobre bóveda escarzana y cúpula central sobre pechinas con frescos en los que están representados arcángeles, con ricas pinturas. Su decoración es excepcionalmente rica. Destaca el impresionante retablo dorado del altar mayor con columnas salomónicas enmarcando hornacinas en las que aparecen el niño Jesús de Praga, Santa Teresita del Niño Jesús y San José en la parte central, como titular del Monasterio; rematando el retablo con un crucificado en la parte alta, junto al que están representados de nuevo los escudos de la orden. Debido a la gran similitud de éste con el retablo mayor de la Catedral de Baeza, se piensa que podría haber sido tallado por el maestro Alonso Rosillo hacia 1620. Otros cuatro retablos del mismo estilo encontramos en los brazos del crucero, uno dedicado a la Virgen del Carmen, otro a la Virgen de las Angustias y los otros dos a los santos carmelitanos: San Juan de la Cruz (patrón del pueblo de Beas) y Santa Teresa de Jesús. En la plaza que se abre ante la iglesia, podemos ver dos estatuas conmemorativas en honor a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. En el interior del monasterio destaca su claustro del siglo XIX, de planta cuadrada, con arcos rebajados sobre pilastras de ladrillo, con galería superior y con una fuente central de taza con escultura de la Virgen del Carmen; también destaca el oratorio y celda de Santa Teresa, donde permaneció durante su estancia en Beas. Igualmente en el interior, podemos visitar un museo de arte sacro, en el que encontraremos, además de numerosas esculturas y pinturas religiosas de gran valor artístico, reliquias de los santos, y otros utensilios y piezas de valor, como la primera llave de la edificación donde se fundó el convento y vivió Santa Teresa. De San Juan de la Cruz también se conservan varias reliquias como el Cáliz, la casulla y resto de vestuario con el que realizaba el sacrificio y administraba los sacramentos, el sillón, en el que según la leyenda levitó, etc….

El estado de conservación es excepcionalmente bueno tras realizarse una restauración con carácter de urgencia en 2002 dentro del Programa «Monasterios y Edificios Conventuales», con una inversión total del 100% a cargo del Ministerio de Fomento, por importe de 187.400 euros; en la que además de recalzar la cimentación para asegurar la estabilidad del edificio, se realizó una limpieza en fachadas y se protegió la piedra ante su degradación, junto a otras actuaciones dentro del convento.

La Iglesia del Monasterio de San José del Salvador está catalogada como Bien de Interés Cultural (B.I.C.) en el registro de 1979 e inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía (CGPHA).

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Antiguas Carnicerías. Beas de Segura

El edificio de las Antiguas Carnicerías del Concejo, ubicado en el centro histórico de la localidad, antigua medina árabe y posterior centro cristiano, se construyó hacia el siglo XVI. La posterior ubicación del Juzgado en las dependencias del mismo lo han ido conservando siglo tras siglo.
Actualmente el edifico se reduce a algunas dependencias en planta baja, por lo que se ha ido alterando su configuración inicial. Sin duda, la parte más antigua que se conserva es su fachada, con portada renacentista del siglo XVI, sencilla, pero de una belleza indiscutible que muestra el esplendor que la villa de Beas alcanzó en esa época.
La puerta de entrada está enmarcada con una simple sucesión de molduras, en las que se insertan rosetas. Sobre el dintel y con un estupendo labrado, destaca el escudo representativo de la Villa, en el que podemos leer: EL ILVSTRE AIVNTAMIENTO D LA VILLA D BEAS. A ambos lado de la puerta de entrada y, sobre potentes basas, se alzan dos columnas estriadas con sencillos capiteles compuestos que sostienen una gran cornisa en la que se suceden las molduras que, a su vez sostienen un entablamento plano y otra cornisa aún más potente. Sobre dicha cornisa, un segundo cuerpo, en el que una pequeña ventana enrejada se abre en los gruesos muros, flanqueada por pilastras jónico-corintias, un austero dintel y otros detalles y decoraciones labradas en piedra. Esta portada muestra gran similitud en estilo a la del antiguo Convento de la Limpia concepción, junto al actual colegio San Fernando. La fachada original que se conserva del edificio está realizada íntegramente en cantería labrada, destacando especialmente la labra de su portada.

En la actualidad se está llevando a cabo una importante obra de rehabilitación para crear en sus dependencias una oficina de turismo.